Quito, 20 may (EFE).- Con la luna llena y la laguna de Quimsacocha como testigos de honor, Yaku Pérez y Manuela Picq celebraron en 2013 su enlace ancestral ante la autoridad de las abuelitas del pueblo kichwa cañari, matrimonio que la ONU acaba de reconocer y pedir a Ecuador que haga lo propio, lo que para el líder indígena «sienta un precedente histórico».
«Por primera vez nos pone en igualdad de condiciones a las autoridades indígenas con las estatales», valoró en una entrevista a Efe el incombustible activista y político indígena Yaku Pérez, sobre el dictamen emitido el martes por el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas.
Dicho Comité no solo falló que el excandidato presidencial por el movimiento plurinacional Pachakutik en las últimas elecciones de 2021 fue discriminado por las autoridades nacionales al negarse éstas a reconocer la validez de su matrimonio, sino que pidió al Estado ecuatoriano que lo inscriba en el Registro Civil.
«Para nosotros es una emancipación del yugo colonial estatal que ahora ya no vamos a requerir», señaló Pérez, al considerar que la resolución pone en valor la tradición ancestral que «milenariamente ha ido normando sobre todo» gracias a autoridades de enorme «talla moral y ética».
CONTRA LA «HEGEMONÍA ESTATAL»
El exprefecto de la sureña provincia andina de Azuay y doctor en Jurisprudencia recurrió en 2017 a ese organismo con sede en Ginebra tras comprobar cómo el Estado ecuatoriano hizo caso omiso de las normas constitucionales e internacionales, al ceñirse al código civil, algo que considera reflejo de «la hegemonía estatal».
Pérez quiso hacer valer su matrimonio ancestral para poder solicitar un visado de reunificación familiar a raíz de que su esposa, franco-brasileña, fuera expulsada del país, después de ser la pareja detenida en 2015 durante una marcha en defensa de los pueblos indígenas bajo el Gobierno de Rafael Correa (2007-2017).
Su solicitud de reconocimiento fue denegada con el argumento de que el matrimonio no era legalmente válido porque las autoridades indígenas no eran competentes para oficiarlo e inscribirlo, por lo que se solicitó que celebraran nuevamente el enlace ante funcionarios del Registro Civil.
La ONU consideró que Ecuador incurrió en un trato «discriminatorio», amenazando prácticas culturales, lo que podría «equivaler a una asimilación forzada».
MATRIMONIO MIXTO CON VOTOS INDÍGENAS
«Si el matrimonio igualitario ha sido fundamental en romper con las categorías de género, el matrimonio indígena lo es aún más porque expande qué es el estado civil y (pone coto) a la autoridad suprema del Estado», manifestó por su parte Picq.
Catedrática y periodista, cree que el dictamen arrebata al Estado el monopolio a la hora de determinar el estado civil de una persona y además casa con el espíritu plurinacional recogido en la Constitución de Ecuador (2008).
«El Estado nos dijo: la familia de ustedes no vale, igual que han dicho durante siglos que las comunidades de ustedes no valen, la educación de ustedes no vale, los idiomas de ustedes no valen», censuró la cónyuge, quien denunció «una discriminación muy clara hacia las instituciones indígenas».
Por otra parte, Picq rechazó el folclorismo «en el que es fácil caer» sobre este tipo de bodas, y cree que pese a que las culturas, los idiomas y los símbolos sean otros, de lo que se trata es de que las uniones sean reconocidas sin ningún sesgo.
HITO PARA INDÍGENAS DE TODO EL MUNDO
Debate a parte, la esposa mencionó el «cliché» de que estén socialmente reconocidas en virtud de la justicia indígena las uniones entre dos personas indígenas, frente a lo que supone el reconocimiento de una pareja mixta, pero insiste en que la ONU ha dado un espaldarazo «a la autonomía de estas comunidades a organizar su propia vida».
En lugar de un anillo de oro, en su boda les rodeó un círculo de flores, rememoró Pérez para quien «lo sagrado está en la ‘casa grande’, en el altar de la Pachamama, la naturaleza, en el agua que nos da la vida», y le da su nombre, Yaku (agua, en kichwa).
«En muchas culturas del Ecuador y del mundo están celebrándose matrimonios todo el tiempo con la diferencia de que no son inscritas por parte del Estado», anotó antes de acusar al ecuatoriano de «desvalorizar, invisibilizar y criminalizar» a las 15 nacionalidades y 18 pueblos originarios que habitan su territorio.
La jurisprudencia internacional que se establece con su caso, en su opinión, puede servir a otros «allá donde hay pueblos indígenas».
Aunque ve aún mucho camino por recorrer en el reconocimiento de los derechos colectivos, admite que la ONU ha establecido un «acto potente» que alienta otros por llegar: «Hoy es el matrimonio, pero vendrán divorcios, partidas de nacimiento y defunción ancestrales».