Quito, 8 mar (EFE).- Una multitudinaria marcha tuvo lugar este martes en Quito por el Día Internacional de la Mujer, en la que se volvieron a escuchar las exigencias por equidad, despenalización del aborto y justicia contra el feminicidio, pero también contra las guerras en todo el planeta.
Grupos feministas recorrieron las calles del centro de la capital de Ecuador en una marcha en la que, a voz en cuello, exigieron al presidente del país, el conservador Guillermo Lasso, que elimine los plazos de la reciente ley que regula el aborto en casos de violación.
La movilización incluyó un fuerte forcejeo con la Policía en las inmediaciones del Palacio presidencial, en el casco histórico de Quito, que se ha mantenido resguardado ante la posibilidad de nuevas manifestaciones sociales.
Grupos feministas intentaron ingresar por la fuerza en la Plaza de la Independencia, donde se ubica la sede del Gobierno, pero los agentes les impidieron el acceso con el uso de caballos, motocicletas y gas lacrimógeno, que no logró disipar el ímpetu de las mujeres, que siguieron el recorrido hasta otro sector de la ciudad.
La numerosa manifestación, en la que todas caminaron con mascarillas de bioseguridad para minimizar el contagio de la covid-19, también dejó ver las pañoletas verdes, rojas, azules y lilas que identifican a las diferentes reivindicaciones feministas.
«VIVAS NOS QUEREMOS»
Durante la marcha, custodiada por piquetes de policías, muchas mujeres corearon consignas contra la pobreza y la carestía, e incluso increparon al Gobierno de Lasso por la aplicación de políticas neoliberales que, según ellas, han profundizado las desigualdades sociales.
Algunas quemaron un monigote del gobernante, ya que consideran que Lasso no hará caso a las demandas de los grupos feministas.
«Hay que ver las cosas que pasan, hay que ver las vueltas que dan, con mujeres que caminan pa’ delante y un Gobierno que camina para atrás», fue uno de los cantos que resonaron.
Pancartas en las que dominó la frase «Vivas nos queremos» se confundieron con otras consignas: «El capitalismo es hambre, pobreza, desempleo, desapariciones y violencia contra las mujeres del pueblo».
Y es que en Ecuador, según estudios de la Fundación Aldea, entre enero y marzo de este año se han registrado 28 feminicidios, un 50 % más que en el mismo periodo de 2021.
En el 86 % de esos casos las víctimas tenían un vínculo sentimental con los asesinos, señala el informe del estudio de Aldea, que repitió que este 8 de marzo no hay «nada que celebrar».
«Si me matan, no dejen sola a mi mamá», se leía en una de las pancartas de la marcha, mientras otra parecía responderla desde un costado: «Si un día no vuelves, lo quemo todo».
LUCHA POR LA GARANTÍA DE DERECHOS
Verónica Verá, integrante del colectivo feminista «Surkuna», aseguró que las consignas de la marcha «son las mismas», porque no han cambiado las condiciones de injusticia y sometimiento en las que se encuentran la mayoría de la mujeres en el país y en el planeta.
«Para seguir vivas necesitamos políticas públicas que garanticen los derechos» y eliminen las desigualdades, insistió Verá al comentar que los colectivos feministas han ejercido su activismo «por fuera del Estado desde hace muchos años».
«El derecho al aborto, por ejemplo, es una lucha en toda la región» y la unidad del sector se ha hecho evidente ante la «criminalización de esa lucha de las mujeres».
«Luchamos desde fuera del Estado», pero es el sistema estatal el que tiene la función de garantizar los derechos humanos, por lo que el feminismo también exige que se promuevan «los derechos para todas las personas», afirmó la activista.
LAS MUJERES SON LAS QUE MÁS SUFREN EN UNA GUERRA
Verá insistió en que la guerra es también una forma de violación de los derechos.
Sin embargo, remarcó que «la guerra en el mundo hay desde hace mucho tiempo y no sólo está la guerra entre Ucrania y Rusia; hay una guerra contra los países africanos, en medio oriente, incluso en países hermanos como en Colombia», donde hay poblaciones masacradas continuamente.
En todas estas guerras -agregó- «las que más sufren son las mujeres, se les expropia sus territorios y de sus cuerpos» y en los conflictos clásicos «las mujeres son incluso botines de guerra».
Por eso, Verá aconsejó a las mujeres del mundo «seguir juntas y resistir» con el feminismo, un instrumento con el que se puede construir «un mundo contrario a la guerra, un mundo donde los cuidados se ponen en el centro, donde los afectos y el amor son el centro», apostilló.